Si queremos conocer la leyenda de Don Pelayo (ir al artículo) y su posterior historia, antes tenemos que echar la vista atrás y entender la relación entre el Reino de Asturias y los visigodos. Parte muy importante de los cimientos del Reino de Asturias se basaban en la tradición visigoda, a la que consideraban su herencia. La tradición del Reino visigodo de Toledo que abarcó toda la antigua Hispania romana y que ellos comenzaron a llamar Spania, Espania (“ñ”). Así que comenzaremos ubicando en el mapa cronológico a esta civilización y describiendo su paso por Europa hasta cruzar los Pirineos. ¡Coger el escudo y bruñid la espada, comenzamos!
¿Quiénes eran los visigodos?
¡Es el fin de Roma! En el siglo V el Imperio romano de occidente hace aguas después de ser la mayor potencia de Europa durante cientos de años. Un imperio cada vez más débil que comenzó a sufrir continuas derrotas e incluso saqueos de su propia capital. Unos de sus principales enemigos fueron las civilizaciones del norte y noreste europeo, a los que calificaban “bárbaros”.
Entre estos enemigos de Roma se encontraban los visigodos. Descendientes del pueblo godo que emigró de tierras escandinavas, posiblemente del sur de Suecia, a principios de nuestra era. Durante los siglos II, III, IV los godos avanzaron hacia el sur de Europa, luchando y conquistando tierras hasta llegar a la frontera del Imperio Romano, a la altura del Río Danubio. Un encuentro que trajo consigo inevitables luchas armadas, pero también un gran intercambio cultural y pactos de mutua colaboración ante enemigos comunes.
Las razones por las que emigraron al sur de Europa fueron la búsqueda de un mejor clima y tierras más fértiles donde poder cultivar. Los terrenos y la producción del norte de Europa y de la zona escandinava eran escasos para el creciente número de los pueblos de la época. Por lo que muchos de estos pueblos, nómadas por necesidad, se veían obligados a buscar nuevas fronteras para poder alimentar a su gente.
Roma pierde poder
Los godos se dividieron entonces en ostrogodos y visigodos. Los primeros no aceptaron los pactos con el enemigo y siguieron haciendo la guerra hacia el este de Europa. Mientras que los visigodos comenzaron a realizar acuerdos de colaboración y pasaron a ser “foederati” (federados) del Imperio Romano. Esto significaba que sin llegar a ser ciudadanos romanos tenían derecho a ocupar tierras del Imperio a cambio de defender las fronteras y aportar soldados cuando fuera necesario.
Pero estos pactos de colaboración no garantizaban la paz y las hostilidades comenzaron de nuevo. Los visigodos saquearon los Balcanes y llegaron a acercarse a Bizancio, capital del Imperio romano de Oriente. Destacando en este punto la batalla de Adrianápolis (Tracia, 378), con victoria visigoda y en la cual resulta muerto el emperador romano Valente.
Los visigodos llegan a la península ibérica
Como resultado de esta victoria los visigodos estuvieron en posición de tratar de tú a tú al maltrecho Imperio y exigieron mejores condiciones a cambio de detener las hostilidades. Entre estas estarían tierras en propiedad, exención de impuestos y pagos de grandes cantidades de dinero por la defensa de las fronteras. Uno de los últimos pactos entre ambos fue la defensa de Hispania y la expulsión de los pueblos suevos, vándalos y alanos. Otros pueblos bárbaros que habían viajado al sur buscando un mejor clima y huyendo de guerras, como la conquista de los hunos.
Aquí fue el momento en el que los visigodos entraron en Hispania y establecieron su casa entre el sur de la Galia y la Tarraconense (noreste de Hispania) sobre el año 415 d.C. En los años siguientes consiguieron el objetivo que se les había encargado de expulsar a suevos, vándalos y álanos. Y así continuaron con su condición de federados en tierras Hispanas hasta el año 476 d.C. Fecha en la que el Imperio romano de Occidente llega a su fin y los visigodos comienzan a hacer suya la gestión de este vasto territorio que es la Península Ibérica.
En el siguiente artículo continuaremos hablando de la relación entre el Reino de Asturias y los visigodos a través de los más de dos siglos en los que gobernaron la península.
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