Tan solo a unos minutos en coche del kilómetro cero de la ruta original del Camino de Santiago, lejos del bullicio de las céntricas calles de la vetusta ciudad de Oviedo, la imponente naturaleza asturiana se abre paso en una de las rutas más desconocidas y a la vez más bonitas del corazón de Asturias.
Como si de una batalla de contrastes se tratara, la ruta de la Cascada de Guanga (o de Buanga) viste de tranquilidad y de gran riqueza histórica, etnográfica y natural el entorno de la capital asturiana. Custodiada por el Valle del Trubia, esta senda con dos recorridos (circular y lineal) viste de magia y de encanto el urbano corazón del Principado. Aunque no es hasta su final, tras caminar sus 3,5 kilómetros de recorrido, cuando la ruta nos muestra su mayor tesoro: la cascada de Guanga, el más bello salto de agua de nuestra tierra.
Robles, castaños, abedules y helechos conforman un escenario idílico que dota de personalidad el recorrido de la ruta del Guanga. El arroyo de Buanga, a su encuentro con el río Trubia, toma la fuerza y el volumen necesarios para lucir el gran salto de agua sobre la roca que forma la cascada. Un lugar mágico en el que el sonido del agua es el gran protagonista.
Sin embargo, el inicio de esta ruta de la cascada de Guanga lo encontramos en San Andrés de Trubia, cerca de un antiguo lavadero. En este punto tiene su origen la modalidad circular de la ruta, la de mayor belleza. A través de una senda de castaños, el camino se abre paso entre pequeñas cascadas, especies autóctonas de la flora asturiana y antiguos molinos, casas y hórreos, vestigios de un estilo de vida ya extinguido que pervive en un entorno de leyenda.
Próximos a la cascada final, la leyenda se mezcla con la historia al pasar por la roca sobre la que antaño se alzaba el castillo que dominaba la zona. Sobre el que es hoy un mirador natural, a cuyos pies se abre un barranco, la ruta nos brinda unas vistas espectaculares del valle. Lejos, escondido entre la frondosa vegetación, se puede observar también uno de los túneles de una antigua mina de hierro de finales del siglo XIX, vinculada a la Fábrica de Armas de Trubia.
El camino continúa hasta alcanzar su punto más bello. Allí, donde antaño hubo un molino de agua que daba servicio a los vecinos del pueblo ovetense de Perlavia y alguna aldea colindante, un gran salto de agua cristalina se impone en el paisaje salvaje. Sin duda, ésta es una de las cascadas más bellas de Asturias y la más espectacular de toda la selva cantábrica.
La ruta de las cascadas de Guanga es la evidencia de que a veces no hace falta viajar muy lejos para encontrar auténticos tesoros de la naturaleza
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